Friday, May 14, 2010

Hinzpeter retrocede y asegura que no quiZo ofender a diputado PS




Ese fue el moteado titular del diario La Hora de hoy sobre lo ocurrido el pasado miércoles en la Cámara de Diputados.

Sin embargo, más allá del error ortográfico, hay algunas lecciones que se pueden sacar de este tongo, bochorno, o como quiera que lo llamen los siuticos.

1) La urbanidad y las buenas maneras es algo que no se se ve, ni se verá nunca en la Cámara de Diputados. Si bien no es nada nuevo, esto confirma la teoría que el hemiciclo es un circo y que todos dentro de él, se comportan como tal.

2) Hinzpeter desde la testera, se dedica a googlear. E invocando al poderoso buscador de contenidos en la red, saca a relucir los trapitos al sol diputado Espinoza, en una maniobra artera, bastante maricona, y que a juicio de este humilde cronista, con justa razón saca de sus casillas al permanentemente desencasillado parlamentario socialista.

3) Las diputadas de derecha se espantan con las pullas de pasillo, como si hubiesen visto un guarén en la sala. Más allá de que chuchadas de ese tipo son una falta de respeto para cualquier persona, pretender hacer una elegía de las madres una semana despues de su día, es una pérdida de tiempo y recursos. Lo importante es que se cumple otra máxima; los golpes pasan, las palabras quedan.

4) En estricto rigor, la culpa de todo esto la tiene... ¡El Negro Piñera! Si el hermano de Su Excelencia no hubiese quedado incrustado en un Mini en plena campaña presidencial, y no se hubiese fondeado 13 horas, en el otrora feudo del ministro Malianich para supuestamente pasar la mona y zafar el tufotest, no hubiese salido el insulto -de tipo Maestro Longaniza- de "Presidenta, presidenta... que el ministro que no le hizo la alcoholemia a Piñera se la haga a este señor..."

Tuesday, October 25, 2005

Esta historia la pudo haber escrito John Steinbeck...o Woody Guthrie

Si, la pudo haber escrito Steinbeck. Y no tengo duda que la hubiese comenzado así:
"Cristo dijo a la subversiva guerrilla que lo seguía para todos lados: "Amaos los unos a los otros", instaurando aquella máxima como su mandamiento universal. Después de aquello, viene todo el resto de historia conocida, las maravillas de sus milagros, la fe de los más pobres, de los faltos de espíritu, Lazaro sacándose las vendas para echar la talla junto con su amigo del alma y sus hermanas apoyándolo con lo mejor de su fe. Porque eso es lo admirable de Jesucristo. Que nos da la oportunidad de ser mejores -mediante el amor- para con nuestros semejantes.
Pero, como a toda institución, el bichito de la corrupción entró a la iglesia y después de una historia que llegaría a parar los pelos de los más fervientes seguidores de aquella fé primitiva.
El oro de la Basílica de San Pedro, las indulgencias y el poder del clero sobre la sociedad secular fueron minando aquel primer espíritu de la ley, impuesto por Cristo. Y desde aquellos tiempos, un poco antes o un poco después, nos hemos acostumbrado -salvo en contadas ocasiones- a aquella iglesia inquisidora, furiosa e hiriente para con su rebaño."
Dejando de lado las consideraciónes literarias, llama la atención de que la Iglesia, que se erige como digna heredera del enviado del Reino de los Cielos y su ejercito de fieles no haga nada por los hermanos que sufren. Da la impresión que la Iglesia se esconde tras sus cuotas de poder para no tener que ver a quienes deberían -según lo expresado por Cristo- ser los participes más importantes de una iglesia nueva.
Es por esa razón que es impresentable ver a tipos como el Cardenal Medina u Orozimbo Fuenzalida, mostrar sus manos engalanadas en joyas o llamar en el Vaticano a sus sirvientes chilenos con una campanilla, como si fueran borregos. Está bien que el Cardenal llame a los políticos a hacer algo respecto a la desigual distribución de la pobreza, pero mientras las más altas jerarquías de la Iglesia no se pongan realmente los pantalones con la dignidad de sus siervos, no servirá de nada todos los llamados que se hagan.
Bajo este escenario, resulta gratificante acordarse de Alberto Hurtado. Un hombre que trabajó toda su vida por los más pobres, que se preocupó por la igualdad de quienes más lo necesitaban y que obedeció a la caridad -bien entendida, obviamente- adaptándola como su ideal de vida. Es emocionante encontrar, en cada instante de su existencia- presentes todos los ideales que inspiraron a aquella primera iglesia cristiana; el amor por sus semejantes y los cuestionamientos permamentes a toda la sociedad establecida. Hurtado, quien venía de una emperifollada familia venida a menos y que estaba a un paso de hacer carrera en el Partido Conservador, puso en jaque toda la sibilina, pechoña e hipócrita fe de sus contemporáneos de clase, enrostrándole sus vicios -que 70 años después aun se mantienen vigentes- con lo cual fue tildado de comunista, rojo, anarquista y otros epítetos semejantes.
Y en cierto modo lo fue. Y su obra aún se deja sentir -y lo que es más importante- aun remece los cimientos de esta sociedad exitista llena de tarjetas de crédito, malls y negociados turbios, al darle felicidad, sustento y calidad de vida a los más necesitados de amor de nuestra tierra.
Mucho debemos aprender de él. Porque dejando de lado las formas, los anillos, y las campanillas para llamar a los sirvientes, se puso finalmente la camiseta de los desposeídos, metió sus pies al barro, para formar el Hogar de Cristo, y como todos sus "patroncitos", se ganó un lugar en el Reino de los Cielos.

Wednesday, October 19, 2005

Supremos de Mierda: Un llamado a la subversión...

Hay un pasaje memorable en la también memorable película de Alex de la Iglesia, “Muertos de la Risa” en la que Bruno, justifica la cachetada que le pega a Nino, y que sustenta el número de humor en la que se basa el éxito del dúo en todos los escenarios. Según lo que expresa el magistral personaje del Gran Wyoming, el charchazo representa la liberación de la rabia contenida, de quienes se sienten llamados a cachetear a su jefe, al Papa, a la policía, o a los poderosos en general. En medio de una gran hilaridad, y cuando Bruno pide al publico del estudio de televisión que se acerque al escenario a pegarle una gran cachetada a su compañero, el número jocoso representa un gran llamado a la subversión que se ensaña en las golpeadas mejillas del pobre Nino.

Algo parecido me pasa cada vez que veo el titular “VIEJOS DE MIERDA” publicado en un día del aciago mes de junio de 1973 por el desaparecido matutino allendista “Puro Chile”. Al costado del titular, destacado con letras grandes y negras, aparece una fotografía del extinto presidente de la Corte Suprema de Justicia de la época, magistrado Enrique Urrutia Manzano, y un texto de bajada que señala: “… (por Viejos de Mierda) dirán algunos que desconociendo las leyes ven en cada fallo una intención política…”

Aquella primera plana tiene su que, porque junto con aparecer la imagen de Urrutia Manzano junto al gran titular, la foto tiene relación con una sentencia más pequeña, que habla de la fianza que según la corte debería pagar Ignacio Palma para salir libre, según la Corte Suprema.

Más allá de las dobles o triples lecturas, este titular representa –para muchos investigadores del período- el momento más álgido de la prensa de trinchera, el instante donde el fragor de la lucha política a través de los diarios en el Gobierno de la Unidad Popular, llegó a su punto cúlmine. He tenido la ocasión de leer y escuchar a un sinnúmero de periodistas, políticos de la época y diversos protagonistas de la contingencia del período 70-73 hacer verdaderos mea culpa frente a esta edición del diario.

“Nosotros también tuvimos la culpa en el quiebre institucional” “La prensa allanó el camino hacia el Golpe de Estado” “Nos farreamos la democracia”, son las estampitas que aquellos conspicuos personajes mencionados podrían poner frente a una imagen de aquella edición de junio de 1973, del desaparecido diario de José Gómez y Eugenio Lira Massi.

Pero yo no. Al igual que la cachetada de Nino, creo que aquel titular es realmente una bofetada para quienes trataban de hacer reventar el Gobierno de Allende y llamar al pánico y el miedo para quienes temían por un lado –la guerra civil- y la posterior instauración de una dictadura de corte castrista al final del continente.

Aquella edición de Puro Chile representa una de las más magistrales arremetidas contra el viejo orden, contra la antigua casta oligárquica, contra la Derecha, que jugaba desesperadamente todas sus cartas, con el fin de evitar que los desposeidos, los miserables del Chile de los últimos 400 años, pudiesen elevar su calidad de vida y mejorar sus oportunidades.

Cuando ya han pasado más de 30 años de aquellos sucesos, y más de quince en los cuales los chilenos vivimos en una supuesta democracia, vamos percibiendo las tendencias actuales de nuestros medios de comunicación, de su pasividad frente a la impotencia que miles de ciudadanos sienten día a día. Cuando observamos que los criterios editoriales no toman en cuenta a quienes compran sus diarios más allá que su ignorancia respecto a las noticias y por aquella razón hay momentos en los que nos damos cuenta de que los diarios no golpean ni informan y sus editores no hacen más que titular con estupideces. O también cuando nos damos cuenta de que la izquierda –que se autoarroga como baluarte de la cultura y el saber del país- sólo escribe ensayos sobre la importancia del hoyo en la fabricación de picarones, conviene repasar los hitos de aquella prensa incendiaria, para darnos cuenta que en algún momento en nuestro país, hubo reporteros que tuvieron los cojones necesarios para defender la causa de los más pobres y restituirles la dignidad y el respeto. Aquel respeto que les fue quitado por aquella clase que, posteriormente y ya en plena dictadura enrieló a las masas díscolas a punta de sangre y fuego, y que se sienten aun lesionados por aquellos héroes de la prensa upelienta, que, a punta de papel entintado y garabato limpio, tuvieron el coraje de acoger los sueños de los postergados.

Thursday, August 11, 2005

Y cayó la vieja diabla!!!!!

Y asi con la vieja diabla. Uno de los seres más arrogantes de la innumerable fauna que nos legó la Dictadura. Puede existir gente despreciable -los mamos Contreras, los Guatones Romos, los trogloditas de la Dina y los gorilas de la CNI-, pero pensar en Lucía, me hace recordar los momentos más amargos de mi niñez, en los deslavados copihues de la entrada a la D-54, en los himnos patrios cagados de frio al sol del desierto de los días lunes a las 8 de la mañana. Pensar en la "no-primera Dama"(Augusto José Ramón fue nuestro no-presidente) es recordar días tristes, pero sobre todo horriblemente aburridos. Recordar a Lucía -al reves de lo que piensa Gonzalo Cáceres- me hace pensar en el mal gusto en su vestir, en sus intervenciones ignorantes, en lo que muchas veces pensé cuando niño -putas la vieja pa fea- pensaba yo, contraponiendola con mi entorno femenino relativamente inmediato -mi madre y mis tias- que al lado de aquella mamá de Shile, eran un modelo de distinción y elegancia.
Pensar en Lucía me hace acordarme del colegio de adobe y en la boca hedionda de la profe de música que después de tocar nuestras flautas, las impregnaba de su aliento asqueroso. En fin, la imagen de Lucía, encarna todo ese afán patriotero al peo, impreso por la dictadura con el fin de dar la imagen de un país en reconstrucción -con joyas donadas, dicho sea de paso- pero marcado por una fomedad absoluta, aun para alguien que no salia de jugar a los autitos como yo. Recordar a Lucía, es recordar todo eso, en como trataban de meterte a la fuerza, la imagen de un pais pujante -y como decían los jóvenes de una generación tan de mierda como la mía- de una nación tira pa arriba, vamos que se puede, es el mejor de los mundos posibles. Una portada actual de las Últimas Noticias en 1984, nada más gráfico que eso.
Recién escuchaba los contundentes argumentos de la abogada Carmen Hertz respecto a la participación de la Vieja Diabla en las causas de fraude tributario en contra de Augusto José Ramón, y aparte de acordarme de lo antes descrito, la viuda de Carlos Berger remató su notable intervención en TV reprobando la actitud de los procesados en causas ligadas a la dictadura, que apenas se les notificaban sus fallos corrían a refugiarse a recintos hospitalarios, sin afrontar sus procesos como ciudadanos comunes y corrientes. Y -proseguía Hertz- piden que uno les tenga lastima , al dárselas de enfermos, al hacer notar su avanzadas edades, mientras son requeridos por la justicia. Es algo que no puede aceptar. Es repulsivo. Y yo pienso lo mismo.